CREÁTICA, UNA NUEVA EDUCACIÓN
PARA LOS GENIOS DEL FUTURO
Natalio Domínguez Rivera
La Creática consiste en una estimulación integral de la persona de cara al futuro. Es un Programa para descubrir, no para enseñar nada. Y menos todavía para entretener a los niños con ejercicios complicados. Esto sería demasiado desperdicio para el tiempo que llevamos trabajando con afán en este modelo.
En Creática solemos iniciar nuestras charlas con una parábola muy significativa: cuentan que un muchachito, vecino de un gran taller de escultura, solía pararse a curiosear los trabajos de los artesanos y de los artistas. Así se hizo amigo de uno de ellos. Un día que fue a visitar a su amigo se sorprendió de que alguien había colocado allí una inmensa piedra. Pero no dijo nada. Cuando volvió a visitar a su amigo, pasadas las vacaciones, encontró en el lugar de la piedra un hermoso caballo de mármol blanco. Volviéndose intrigado a su amigo le preguntó:
– ¿Cómo sabías tú que dentro de aquella piedra había un caballo?
El artista no pudo menos de sonreír y alzar los hombros como respuesta.
La frase del pequeño era algo más profundo que una ocurrencia infantil. Era nada menos que la parábola de toda vida humana. La verdad es que el caballo estaba ya dentro de la piedra, y que la habilidad artística consistía precisamente en eso: en saber ver el caballo que estaba dentro, e irle quitando al bloque de piedra todo lo que le sobraba. El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo, sino sacando la figura encerrada en el bloque de piedra, viendo dentro lo que nadie veía.
Con la educación sucede lo mismo. La verdadera genialidad de un director, de un padre o de un maestro no es inducir, añadir desde fuera, agregar trozos al niño para educarlo, sino extraer, e-ducir (de ahí viene la palabra educación), no añadir lo que al niño le falta, porque no le falta nada a su naturaleza, todo está dentro de él.
Este es el nuevo enfoque: no enseñar, acudir al sentido común, hacer que, con unos datos que le damos, él vaya trabajando, como la larva, para emerger, para salir, para descubrir todas las posibilidades, las aptitudes, los procesos que en embrión estaban dentro de él, poner a correr el programa. Podremos inducirle la ciencia, pero no la vida, las conductas, los valores, la sociabilidad, la espiritualidad, la trascendencia, que ya venían en el paquete como programas de vida. Pero había algo que no había tomado en cuenta la psicología tradicional: aparecía una nueva clase de niños distintos, no comprensibles para los datos que poseíamos.
Cuando en 1970 surgió el Movimiento pro Desarrollo de la Inteligencia, hoy llamado Creática, todavía no se hablaba de los niños Índigo. Pero estaban apareciendo cada vez con más frecuencia, niños sorprendentes que en nada se diferenciaban biológicamente de los demás niños, pero que psicológicamente eran “anormales por exceso” comparados con sus similares.
Destacaban por su limpieza mental, su aceleración vital, su madurez temprana en el campo ideativo, aunque no en las faenas escolares, su capacidad crítica un tanto cáustica y mordaz, su descontento con el sistema educativo, su fácil manejo de los instrumentos electrónicos y, sobre todo, una visión distinta de la vida y un rechazo a las tareas rutinarias. Niños que estaban apareciendo con una personalidad muy definida, sin posibilidad de diagnóstico, porque cada uno era diferente, y a los cuales no se podía aplicar el clásico C.I. (cociente intelectual), no porque fueran más inteligentes, sino porque ellos estaban en otra onda.
Nunca habían aparecido tantas y tales excepciones juntas en la historia de la psicología. Durante siete años se trabajó, aislando primero el problema, y buscando después una forma de aliviar su situación a estos “niños precoces”, como los denominábamos. El equipo empezó a sospechar en un principio que eran niños excepcionales que en la lotería de la naturaleza habían sido premiados. Nos resistíamos a aceptar su normalidad. Buscábamos clínicamente síntomas y detalles de anormalidad. Hoy estamos convencidos de que es a éstos a quienes hay que mirar y de quienes hay que esperar, porque son los que van a configurar las sociedades del futuro, para un mundo más humano.
Pero todavía sospechábamos que estos niños eran fruto de la tempestad de información de los medios masivos de comunicación y de la proliferación de los juegos electrónicos. Por eso dejamos de llamarlos “niños problema”, y pasamos a llamarlos jocosamente “niños Nintendo”, los que hoy serían llamados “niños Internet”.
Pero resulta que aparecía este fenómeno en niños que no recibían tempestades electrónicas. O sea, había que admitir que era un fenómeno de nueva adquisición, y nos negábamos a pensar siquiera en la más leve sospecha de mutación genética. Los estudios de laboratorio parecen estar en esta onda de la que, como no somos especialistas en la materia, preferimos no opinar. Se está notando y certificando en estas tres últimas generaciones un inicial y potente cambio estructural a nivel psicobiológico en los niños.
Es una lástima que, oficialmente, las escuelas y los colegios privados estén todavía enfrentándose a estos niños, y tachándolos de “sujetos problema”, y hasta de enfermos emocionales o tocados de una cierta psicopatía. Son unos niños muy diferentes a los niños que fuimos nosotros en nuestra infancia.
Para muchos educadores, había unos síntomas alarmantes en los niños superactivados que eran un problema en el aula de clase y en el ambiente familiar, con una mente extrañamente despierta, agresiva hacia el docente magistral y rutinario, o hacia los padres autoritarios y monárquicos. Estos chicos eran inquietos, sumamente inteligentes, razonadores, incomprendidos, con malas notas a veces, pero con brillantes ideas destructoras de viejos paradigmas.
Nuestra preocupación aumentó cuando en los trabajos de campo de los alumnos de la cátedra de Psicología Evolutiva aparecían en todas las clases sociales unos niños no clasificables en ninguna de las gavetas evolutivas de los venerables tratadistas del pasado (Hurlock, Piaget, Moragas, etc.).
Cada día aumentaba el número de los “niños problemas por exceso”, como los denominamos de nuevo, que no eran comprendidos en la familia ni en el aula, que eran aislados, cuando no abiertamente rechazados o verbalmente agredidos. Hoy a esos niños los llamamos “Índigo”, al parecer por su aura teñida de añil. Los que no tenemos el don de percibir esa aura no los catalogamos, y menos nos atrevemos a diagnosticarlos. Lo que menos importaba era la denominación. Lo que había que hacer, puesto que estaban, era ayudarlos y comprenderlos.
En cada muestreo eran más numerosos los casos. Se imponía crear nuevas formas de tratarlos y educarlos. No se contentaban con la instrucción. Se empeñaban en ser personas humanas distintas, y discutían con nosotros sus programas, siempre diferentes y mejores que los que les estaba proporcionando su sociedad y las autoridades educativas.
En un momento, y casi paralelamente, fueron apareciendo casos de niños extraños en China, Rumania y Estados Unidos. Las universidades del mundo se empezaron a preocupar por el problema. En el año 83 el Presidente del Instituto de Creática, con ocasión de un curso-taller de Desarrollo de la Inteligencia solicitado por el Gobierno de China Popular, oyó hablar en la Universidad de Beijing de ciertos “niños superpsíquicos”, y se enteró de las sorprendentes habilidades de esos niños, que sin previo entrenamiento, captaban el pensamiento ajeno, leían una página de un libro cerrado, movían una pelota en el aire con energía proyectada y, sobre todo, presentaban una madurez hasta entonces inconcebible para los cánones normales de evolución psíquica y una cierta inmunidad contra enfermedades crónicas, como el Cáncer y la Hepatitis B.
Nada nos informaron las personalidades chinas que visitaron Caracas, pero después supimos que la razón de su visita era que habían recibido la noticia de que en Venezuela se había creado desde 1978 un Ministerio para el Desarrollo de la Inteligencia, y venían, precisamente, según posterior confesión (primero tres profesores de la Universidad de Beijing y después el propio Viceministro de Educación) con la intención, oculta desde luego, de indagar si nosotros teníamos la solución o, al menos, una explicación para el fenómeno.
Allí se confirmó nuestra sospecha de que el fenómeno no era regional, que era algo más que una superactivación debida a los medios y a la juguetería electrónica, que estaba apareciendo una especie de cambio brusco y rápido a nivel especie, en dos o tres generaciones, cuando era regla general que una mutación, biológica o psíquica, en cualquier especie, llevaba centurias y hasta milenios.
Más que mutación, la deberíamos llamar “puesta en marcha” porque al parecer lo que está sucediendo es que elementos del ADN que estaban inactivos aparecían en estos niños funcionando con normalidad. Decidimos dejar a los biólogos estudiar el fenómeno mutacional, y nos dirigimos a lo que nos correspondía: a solucionar los problemas inminentes de conducta con un criterio de utilidad. Queríamos encontrar para ellos una patente de reconocimiento, que supieran que los comprendemos aunque no los entendamos, y que estamos haciendo lo posible por saciar esa necesidad de velocidad evolutiva.
Cuando nos dimos cuenta, el río nos fue llevando hacia unas nuevas formas educacionales, por las cuales no había que enseñar al alumno, sino colocarlo en situación de aprendizaje. Con esto desaparecía la figura del educador ritual, exigente de memorización, y aparecía el compañero de ruta que demanda del alumno razonamientos y responsabilidades en su aprendizaje personal, en sus ideas, en sus conductas y en su particular escala de valores.
Y así nacieron los programas, con sus características pertinentes para los niños de estas nuevas generaciones. Nacía la Creática, la resurrección de la Mayéutica de Platón y de Sócrates, quien afirmaba sin rubor que él no era el padre de la criatura en las mentes de sus alumnos, sino el partero de las ideas, el que las ayudaba a nacer. Adelantamos las exigencias académicas en más de cuatro años, con escándalo de los timoratos. Y resultó que esos niños problema no eran tales, y que gozaban con nuestros retos y se sentían felices de que nadie les enseñara, sino que ellos, barajando los datos que les dábamos, descendiendo a lo concreto en los ejemplos, sacaban sus propias conclusiones, por investigación, por sentido común, por lógica natural.
Estos programas, desde la Educación de Padres y Prenatal, hasta la Universidad, no están confeccionados para los “niños montón” que fuimos nosotros, o de ésos que desgraciadamente todavía persisten, a pesar del rechazo, en cualquier institución pedagógica de las que los gobiernos de todos lo países fomentan, para evitar jóvenes rebeldes y adultos críticos. Los Manuales de Creática están confeccionados para los “genios del futuro”, que ya están entre nosotros, como un suceso que muchos prefieren ignorar. Pero que ya no se pueden negar ni frenar. Simplemente está ya aquí.
Para mí fue altamente significativo que en el Colegio Don Bosco de Puerto la Cruz, un niño de apenas cuatro años, de Maternal, se zafó de las manos de su mamá, que lo había ido a recoger, para abordarme y preguntar:
– ¿Eres tú el que hace los absurdos?
– Sí, le contesté.
– ¿Me dejas darte un besito?
Me conmovió. Y mientras me agachaba hasta él, no pude menos de pensar cómo hubieran reaccionado ante esta anécdota aquellos autores que estudiamos en las Escuelas de Psicología que defendían que antes de los doce años de edad cronológica solamente un niño genio sería capaz de comprender un absurdo.
Estos niños no comprenden (y no por rebeldía sin causa, sino porque simplemente no comprenden) que les exijamos rutinas y disciplinas que son comprensibles solo en las ovejas, como las filas, la compostura, el silencio innecesario, pero que son capaces de hacerlo cuando no los obligan, sino que aluden a su auto responsabilidad.
Ya no podemos detener esta avalancha silenciosa. Ellos están aquí, y no se comportan así por capricho, sino simplemente “porque son así”. Cuando no recurrimos a su responsabilidad, sino que intentamos obligarlos por autoridad o por rutina, se tornan indisciplinados, desafiantes y caprichosos. Es su única defensa, porque se sienten injustamente agredidos, todo “porque son pequeños” (esta frase es de uno de ellos). Se sienten tan personas como nosotros, aunque diferentes, y exigen respeto y comprensión. La única forma de compensar nuestras injusticias (inculpables, por cierto) es haciéndonos con ellos amigables, y no considerándonos jefes de tren, sino compañeros de viaje: padres y maestros, no jefes omnipotentes.
Nos asustamos que estos niños nos exijan razonamiento y honestidad. No son “nuestros” por ser sus padres o estar inscritos en nuestros planteles. Los padres hemos sido las manos de la Divinidad para que vinieran al mundo, y los maestros para hacerlos crecer como humanos, no las altas figuras a quienes deben respeto y veneración. Por eso a veces en sus ojos podemos leer un cierto reproche de que estamos haciendo ante ellos el ridículo con nuestras posturas monárquicas y nuestras exigencias autoritarias.
Estos niños razonadores nos sacan de quicio, porque ocultamente sabemos que tienen toda la razón. Para ellos la educación del pasado no tiene encaje en sus vidas. Por eso tenemos que tratar de encontrar la educación para el futuro: no darles soluciones, sino preguntas respetuosas. ¿Cuándo será que un autor de libros escolares prepare unos manuales de trabajo escolar que no tengan respuestas, sino preguntas técnicamente elaboradas? Hoy esto es todavía una utopía. Pero llegará el momento que estos niños esperan.
Ellos no perdonan que les digamos que algo hicieron mal, que no alabemos siquiera sus intentos y que veamos solamente sus errores. Quieren que no los protejamos tanto, haciéndoles la vida fácil, sino que, sintiéndolos capaces, les propongamos continuos retos, porque estamos seguros de que ellos tienen capacidad suficiente para encontrar las soluciones. Que con nuestras palabras y nuestra confianza afirmemos su autoestima, y no les perdonemos que se sientan incapaces.
Pero teniendo siempre en cuenta que son unos niños, y por tanto manipuladores en cuanto nos distraigamos. Tengamos en cuenta que en la infancia la histeria (intentar ser el eje de su entorno y centro de atracción) es natural, y por eso en los adultos es una regresión neurótica. Pero que esa lucha sea franca y sin trampas, que las armas sean ideas y sonrisas. No caigamos en la estéril lucha generacional. No nos dejemos anular y que no descubran en nosotros inseguridad y debilidad porque entonces estamos perdidos, y es grande el mal que con ello les hacemos. Pero es difícil no dejarse manipular por estos niños que nos sobrepasan y a quienes concebimos como los salvadores de la humanidad. Y ante todo, no perder el control.
Promediada la década de los 80, una mamá llevó a mi consultorio una parejita de gemelos a los que a primera vista se podía leer en sus ojos una supernormalidad. Pues bien, resulta que la maestra de su grado (debía de ser de segundo grado) los había “diagnosticado” como retrasados y con necesidad urgente de psicólogo, ya que tenían un alto índice de atención dispersa. Al interrogarles a solas para su hoja de vida, ambos me repitieron en diversas formas que la maestra era una tonta que creía que lo sabía todo, que no admitía que le preguntaran nada, y que los trataba como niñitos que no sabían nada. Además, repetía todo varias veces como si fueran bebés, y que por eso ellos se distraían. Su C.I. resultó con dígitos cercanos a la genialidad. Ya teníamos otros dos casos más que fueron a engrosar la lista de los genios del futuro para los cuales estábamos confeccionando los manuales de Creática.
Lógicamente, los docentes formados en las aulas universitarias anteriores a los años 70 reaccionaron con estupor y hasta con agresividad, ante las afirmaciones del equipo de Creática. Pero persistimos en nuestra labor de investigación y confección de los manuales. Y resultó que teníamos razón. Todo ello tenía que ver en alguna manera con la lucha generacional, con la incomprensión y el choque de viejos y nuevos paradigmas.
No eran manuales de estimulación temprana, ni anticipada, ni precoz, sino que denominamos esta actividad como Estimulación Pertinente Circunstancial. Pertinente, porque es la que corresponde a esta clase de niños extraños, hiperactivos, inquietos; y Circunstancial, porque está confeccionada para este momento histórico y para esta avalancha inesperada que nos ha sorprendido. Posiblemente en otra generación futura ya no sean suficientes estos manuales, y haya que duplicar o triplicar estas previsiones.
Los genios del futuro nacen. Pero no se hacen, no aparecen, hasta que los descubrimos y los activamos en alguna forma casual o intencionada. La razón de la Creática es esta forma intencionada de activación. En resumen: el problema no son los niños. El problema somos nosotros. No estamos preparados para ello. Ellos son los normales para su momento vital e histórico. Nosotros estamos pasando ya de moda. Hay que admitirlo y acoplarse, si no queremos perdernos y perderlos.
Nos ha llegado la buena noticia de que ya en Venezuela existen al menos dos colegios para niños Índigo, uno en Caracas y otro en Valencia, que tienen abiertas las inscripciones para el próximo año escolar. La ayuda, de momento, puede ser presencial para Caracas y Valencia, o virtual por Internet, para el interior del país y para el exterior.
Estoy seguro que muchos colegios seguirán este ejemplo, para dar una respuesta adecuada a la inquietud de estos niños a quienes podemos llamar diferentes, para no tener que catalogarlos, y mucho menos diagnosticarlos. Metafóricamente, hinquemos nuestras almas para dar gracias a la Divinidad por haber conocido este bello momento de la historia en que la humanidad se ha colocado en la rampa de lanzamiento, hacia un porvenir más de acuerdo con nuestro destino y nuestra calidad de humanos.
NUEVOS RUMBOS PARA LA EDUCACIÓN
Noemi Paymal
Ella le ofreció un cuaderno azul, con las hojas en blanco.
Escribe: un guerrero de la Luz presta atención a los ojos de un niño.
Porque ellos saben ver el mundo sin amargura.
Paulo Coelho
El Doctor Roberto Crema, Vicerrector de la Universidad Holística Internacional de la Fundación Ciudad de la Paz, conocida como UNIPAZ, Brasil, observa en su libro De la Especialización a la Vocación: la Educación del Siglo XXI, que la palabra Educación viene del latín educare y significa “traer para afuera la sabiduría inherente al individuo, actualizar su potencial vocacional”.
Por lo tanto debemos urgentemente proyectar un sistema educativo que pueda:
– “Traer de adentro para afuera”, en vez de “traer de afuera para adentro” el conocimiento. En efecto, una serie de datos e informaciones traída de afuera, a menudo, puede ser obsoleta, aburrida, incompleta e inclusive “contaminante”, tanto mental como espiritualmente, por no dejar espacio para la reflexión propia.
– Contemplar “la sabiduría” como parte a part entière del proceso educactivo, partiendo de la premisa que el conocimiento sin la sabiduría es inútil, e incluso peligroso.
– Reconocer que la sabiduría es inherente a cada ser y que el individuo tiene todo dentro de sí.
Por eso es importante observar las fortalezas de los estudiantes, confiar en ellos y afianzar su potencial vocacional.
No es de extrañar entonces que una de las primeras tareas de los niños Índigo –ya sea tácita o explícitamente– es la transformación del sistema educativo, porque es la primera matriz a la que se confrontan como niños. Por sus características, a medida que crecen, ellos, como nuevos líderes innatos, irán denunciando y cambiando los demás sistemas: sociales, ambientales, económicos, de salud, tecnológicos, nuevas fuentes de energía, etc… Incluso, muy a menudo, éste es un tema común y corriente de sus conversaciones y juegos.
Jeane Westin (mencionada por Armstrong, 2001:73) escribió un libro The Coming Parent Revolution, La Inminente Revolución de los Padres, sobre los supuestos problemas de los discapacitados del aprendizaje (DA). Pienso que, como los padres tardaron en hacer su revolución, los mismos niños no tuvieron otra salida que hacer la suya. Los Índigo ya empezaron lo que sostengo podríamos llamar “The too Real Present Child Revolution”, la actual y demasiado real Revolución de los Niños.
Existe un grupo de niños totalmente incapaces de continuar la pantomima
Thomas Armstrong (2001:7) comenta: “Existe un grupo de niños totalmente incapaces de continuar la pantomima, más que nada porque su modo original de aprender choca fuertemente contra la manera estrecha como las escuelas enfocan el aprendizaje. En los últimos años, estos niños se han ganado un par de calificativos injustos: se ha dicho que tienen ‘dificultades de aprendizaje’ y ‘déficit de atención e hiperactividad’.” Aquí podríamos incluir una etiqueta más: ¡Índigo!
En su libro Inteligencias Múltiples. Cómo descubrirlas y estimularlas en sus hijos, admirablemente bien documentado y de actualidad, Armstrong demuestra a todos los padres y docentes preocupados, que en general, sus hijos y alumnos no solamente son totalmente “normales” dentro de los nuevos parámetros educativos estudiados muy a fondo por el autor durante la última década, sino que, incluso, puede que sean excepcionales.
Comenta Armstrong (2001: 12-13): “En mis propias clases para los ‘discapacitados de aprendizaje’, tuve un sorprendente grupo en el que se contaban: un niño que ostentaba el record nacional en natación […]; una niña que era modelo para una cadena de almacenes a nivel nacional; sobresalientes artistas y escritores; un niño con percepciones extrasensoriales; expertos contadores de cuentos; destacados estudiantes de matemáticas, y muchos otros seres humanos de gran talento. Empero, cuando estos niños ingresaban el colegio, los profesores y los padres hacen énfasis en su ‘discapacidad’”.
Un futuro a toda velocidad
Marshall McLuhan comentaba (en David V. Tansley, 1977:173): “Hoy en día, nadie puede ocupar una posición fija o encontrar una meta fija e inamovible […] Un joven doctor será tan obsoleto el día en que se gradúe como lo será cualquier ingeniero. Ambos habrán pasado años adquiriendo largos paquetes de datos informativos, mientras viven en un mundo real en el cual existe un mosaico de información moviéndose a toda velocidad”. Esta cita fue escrita antes de 1977, y es hoy aún más verdadera que nunca, al principio del tercer milenio.
Todo indica que la información y los datos son temporales, limitados y de poco interés, más aún si no están contemplados en una rápida dinámica evolutiva e insertados en contextos macro. Por lo tanto, cabe interrogarse si el conocimiento impartido y los temas estudiados son interesantes y útiles para el estudiante ¿los goza? ¿le emocionan? ¿puede aplicarlos en algo, en el presente y el futuro? ¿necesita realmente profundizarlos, o es suficiente que sepa dónde conseguir dicha información? ¿le hacen crecer como persona?
Así que, hoy en día, más importante que la información per se, son:
– las facultades y destrezas en conocimientos de procesos y métodos para buscar la información y extraerla correctamente;
– discernir y comprobar si la información es útil o no, verdadera o no;
– procesar y organizar la información sin abrumarse;
– y tener la capacidad de plasmar la información en un resultado final, es decir, desarrollar la facilidad de concretar, “precipitar” algo abstracto hacia algo concreto y útil.
Aprendizaje integral
Además, el aprendizaje intelectual es válido única y solamente si va acompañado por calidades humanas de desarrollo personal integral; es decir, físico, emocional, mental, social y espiritual. ¿Para qué ser un genio, si uno no puede ser primero un ser humano sano, lleno de sabiduría y bondad?
Zachary Lansdowne (1993:50 y 52), desarrollando las “fórmulas” de Alice A. Bailey, dice al respecto: “La educación efectiva debe incluir dos clases de esfuerzos. El primero es impartir conocimientos a los estudiantes en forma de datos e información. El segundo es incentivarles a utilizar sus conocimientos acumulados de tal manera que tengan una experiencia práctica y crezcan en entendimiento”. Y luego enfatiza la importancia de que los estudiantes vean la verdad por sí mismos, puesto que “a través de este proceso, obtendrán a la vez conocimiento de primera mano y sabiduría. El conocimiento de segunda mano es teórico y basado en la confianza y en la inteligencia de otros, pero el conocimiento de primera mano es comprobado y basado en los hechos. La sabiduría es una extensión del conocimiento de primera mano. Es el poder de entender el significado que reside detrás de los hechos observados más el poder de aplicar estos hechos de
manera práctica”.
Finalmente Landsdowne (ídem: 54) advierte que, por el contrario, una educación teórica, basada solo en leer y escuchar instrucciones, “es una manera de escapar de la realidad […], es tener la ilusión de progreso sin pensar para llevar las cosas a cabo”, y que la verdadera educación es la “que provoca cambios en la vida del estudiante”.
El gran líder arhuaco Adalberto Villafañe, asesinado en 1996 en la Sierra Nevada, Colombia, fundador de la Organización Gonawindüa con Ramón Gil, decía: “Es importante soñar…. pero es más importante trabajar para que esos sueños se hagan realidad”. Por eso se ha dicho de este líder tan carismático: “Almas como la de Adalberto Villafañe, todavía hacen parte de este mundo. Místico por raza y luchador circunstancial, acaparó tantos afectos como admiración y respeto de quienes alguna vez lo conocieron”. Extractos de la revista Zhigoneshi, Abril 1996, n.º 4, Santa Marta, Colombia.
¿Son éstos nuevos paradigmas?
La respuesta es no. Son, por el contrario, muy antiguos, muy cerca de las enseñanzas de los sabios indígenas, muy cerca de lo que enseñaban Platón y Sócrates, muy cerca de las grandes escuelas filosóficas y religiosas del pasado, donde el estudiante aprendía primero a ser.
En un futuro muy cercano, los trabajos y las características laborales van a cambiar dramáticamente. Los trabajos del futuro estarán basados en tres principios básicos:
– la noción de servicio
– la noción de cooperación
– el trabajo en equipo.
Uno trabajará para el mundo y no como individuo para él mismo. Para ésto se requerirá de personal que posea cualidades personales e integridad muy grandes (morales, humanitarias, espirituales). Con los esquemas que se vislumbran, nuestros hijos, los de la nueva generación, no solamente no tendrán escasez de trabajo, sino que formarán las “nuevas elites” o tal vez en palabras más apropiadas, digamos que constituirán los nuevos pensadores-ejecutivos-actores de mañana.
Experiencia de la Fundación INDI-GO, Ecuador
En nuestro trabajo en la Fundación INDI-GO, observamos que surgen nuevas “clases” de niños, ampliando la clasificación que tenemos hasta ahora de Lee Carroll y Jan Tober, de Índigo humanitarios, conceptuales, artísticos e interdimensionales.
A los niños y jóvenes en general les disgustan estas clasificaciones y sus limitaciones e incluso se niegan a ser etiquetados de “Índigo”, lo cual choca con su visión de “un todo” y con sus principios de humildad. Por otra parte, los niños acumulan en diferentes proporciones todas estas características, además de las de psíquicos, sanadores y otras aún no documentadas. Existen tantas variaciones como individuos.
Finalmente observamos en la Fundación la llegada de niños diferentes, a quienes nosotros llamamos niños “entre Índigo y Cristal” y que presentan otras características, diferentes a las del Índigo “clásico”. No son “transmutadores” de sistemas o “promotores” de cambios como los Índigos, son más reservados pero sumamente profundos. Sentimos que estamos frente a cambios mucho más rápidos, amplios y complejos de lo que pensábamos. Por lo tanto, creemos que es más prudente y honesto reconocer estas variables y dicha aceleración. Incluso varios investigadores ahora además de la generación Índigo y Cristal, hablan de la tercera, cuarta generación, y hasta quinta generacion (2003).
Cada semana llega otro niño y/o acontecimiento que enriquece nuestra investigación. Es importante aunar esfuerzos, compartir estudios y datos, investigar de manera interdisciplinaria (por ejemplo faltan muchos datos a nivel médico, genético, psicológico, estadístico, entre otros) para poder “pensar-entender-visualizar” mejor el rumbo que está tomando la nueva generación y ayudar así correctamente.
Un cambio radical en la educación actual
Con los paradigmas “redescubiertos” y las nuevas metas que emergen, podemos apreciar fácilmente la necesidad de un cambio radical y urgente en la educación actual, so pena de desaparecer como tal, con el fin de proveer herramientas sui generis, a la medida de la tarea que espera a estos jóvenes. Las siguientes son observaciones tomadas de la información compartida en la web, de los comentarios de más de 1.500 familias en 2002-2003 que se acercaron a la Fundación INDI-GO, Ecuador, ya sea personalmente, por teléfono o por e-mail, de entrevistas con profesores y directores de planteles escolares, de los trabajos del equipo técnico de la Fundación INDI-GO para elaborar proyectos de educación alternativa y de nuestra propia convivencia con los niños.
Los niños y jóvenes Índigo o de la nueva generación (como lo mencionamos anteriormente, se molestan al ser catalogados) son muy claros en sus acciones y comportamientos, sus palabras, sus pensamientos. En efecto, si aceptamos verles y escucharles, son congruentes, transparentes, de “lectura” sin ambigüedad[1], lo que puede facilitar enormemente el trabajo del educador, tanto padre como profesor, que quieran colaborar de verdad.
En general, el chico de la nueva generación no puede conformarse con la educación actual, la rechaza en su conjunto como un sistema caduco, con poco interés. Conocemos personalmente a dos niños, uno de 6 años y uno de 8 años, que se fueron directamente al Director de sus respectivas escuelas para expresar su desaprobación del sistema educativo, cuestionando el currículum, los métodos de evaluación y los métodos pedagógicos. Empero, amonestaron con una sonrisa al Director: “Pero usted no echa a la profesora, ella también necesita aprender”.
Desde el punto de vista de las inteligencias múltiples es imposible que un niño de inteligencia altamente intrapersonal (además de utilizar casi todas las otras inteligencias, en varios grados) se pueda desarrollar armónica y felizmente en un lugar altamente interpersonal, en donde es valorada casi exclusivamente la inteligencia lingüística y la lógica-matemática, causando un profundo desequilibrio en el aprendizaje de miles de niños y niñas que tienen en realidad un enorme y genial potencial.
Pero, este niño es tan brillante y creativo que está dispuesto a buscar y aplicar soluciones propias si tiene confianza y se siente apoyado. Sabe lo que necesita y lo que no necesita. Por otro lado, un joven Índigo a quien nadie escucha o hace caso, podrá optar por expulsarse del colegio, cambiarse de plantel y, de ser necesario, por ser totalmente autodidacta[2].
Otras maneras de aprender
Definitivamente, presentan otras maneras de aprender y de ser. En la Fundación INDI-GO y en los establecimientos de educación alternativa que visitamos, hemos observado, hasta ahora, que los niños y jóvenes de la nueva generación, en general:
– Trabajan mejor en pequeños grupos. Se “marean” y se sienten agobiados en grupos grandes, tienen dificultades si hay mucho ruido, conmoción, confusión. Parece que son sumamente sensibles al entorno, especialmente al entorno emocional (agitaciones, gritos, tono de voz, confusión de los adultos). Su energía se desestabiliza muy rápidamente, pero pueden también reconstituirla muy rápidamente (por ejemplo con tan sólo sesenta segundos de Reiki).
– También a veces fluyen mejor con un tutor individual. Conocemos personalmente a dos hermanos que no pudieron ni leer ni escribir en su escuela, a pesar de que ésta era prestigiosa. Tuvieron que aprender en casa con un tutor individual y exclusivamente mediante juegos, crucigramas, sopa de letras. En tres semanas, no solamente aprendieron a leer y a escribir, sino que empezaron a componer sus primeras poesías y novelas. La profesora particular, que además era la vecina y muy amiga de los niños, nos explicaba: “primero tenía que escuchar al niño durante media hora, contándome todo lo que había descubierto esa semana, sus novedades, el último animal que había visto en Discovery Channel, su último experimento. Luego solamente podíamos trabajar-jugar, y sólo escogiendo temas que sabía que le fascinaban. Pero, puedo certificar que estos chicos, a pesar de sus supuestos fracasos escolares son brillantes, veloces y sumamente
inteligentes”.
– Necesitan momentos de soledad completa donde “recuperar” su energía.
– Algunos son muy rápidos en todo lo que hacen (¡y los adultos piensan que tienen déficit de atención!). Según los profesores, muy a menudo, luego de haber dado la secuencia de pasos para sacar un resultado, algunos niños llegan al resultado final saltándose ciertos pasos o a veces todos. Otros usan sus propios métodos, que no fueron explicados en la clase, llegando al resultado correcto.
– Les gusta ver “en grande”, les interesa los problemas del mundo y se preocupan por los problemas sociales, políticos, ambientales. Conocemos a varios niños, entre 6 y 10 años, que quieren crear su propia Fundación para ayudar a los niños de la calle, otros que quieren ayudar a ancianos, ayudar al medio ambiente, salvar a todos lo perros callejeros, salvar a los bosques, ballenas, delfines, cambiar la sociedad y la economía, descubrir otra fuente de energía, entre otros temas.
– Se desenvuelven mejor si están en contacto regular con la naturaleza, lugares “de poderes”, sitios históricos, y con los elementos, especialmente el agua (“renuevan” sus energías, se “despiertan los códigos y la memoria celular” y se abren “canales”).
– La materia estudiada tiene que ser de interés[3] para ellos, práctica y con un resultado final inmediato (como por ejemplo lo es el método William Kilpatrick[4]), de lo contrario se aburren totalmente.
– Si se trata de un experimento y/o un juego, mejor aún.
Un consejo para los padres: en caso de cambio de escuela, buscar la nueva con el niño y preguntarle cómo la “siente”. No es que el niño tiene que mandarle o manipular al padre, sino que, al fin y al cabo, es él quien va a pasar toda su infancia y tal vez casi la totalidad de su juventud en este establecimiento, entonces, es mejor que le guste… le evitará muchos problemas en el futuro.
¿Y en casa?
Hay que entender que el exterior no es siempre fácil para su hijo Índigo, ya sea con los amigos o en la escuela… Por consiguiente, es importante que, por lo menos en casa, su niño encuentre un lugar seguro, cómodo y de paz física, emocional, psíquica y espiritual; donde el niño o joven pueda contar con un amor y apoyo incondicionales y tenga un espacio propio para “recuperar” sus energías, sin interferencias, gritos ni regaños. Le estará muy agradecido, le demostrará mucho afecto y colaborará con usted. Es primordial entender que, si están juntos, es para pasarlo bien primeramente.
Tanto a los niños pequeños como a los jóvenes, les encanta todo lo que esté vinculado con el fuego, la tierra, el agua, sembrar, tener mascotas, sentarse alrededor de una fogata, prender velas, poseer cristales y piedras, tomar un baño de tina o ducharse durante horas; que nadie les regañe constantemente (¿a quién le gusta?) por su desorden o por no tender su cama o por no tener tiempo de comer en la mesa.
El arte del Feng Shui dice que se necesita el caos para ser creativo… ¡Y cuán creativos son nuestros hijos (por lo tanto tienen un desorden proporcional a su creatividad genial)! También es importante que se les preste atención, se les deje contar sus sueños, visiones, impresiones, sentimientos. Necesitan ser independientes.
¿Cómo complementar la educación actual?
En muy corto plazo, a las escuelas de los países llamados tercermundistas les resultará difícil tener la capacidad suficiente para recibir en un cien por ciento a esta ola de la nueva generación, tanto por la escasez de sus infraestructuras y personal (en las clases de las escuelas fiscales en Ecuador se amontonan de 40 a 50 alumnos por profesor) y la pobreza de su material didáctico, como por la falta de preparación del cuerpo docente. No van a funcionar y de hecho, ya no funcionan, como lo demuestra el alto número de madres que acuden diariamente a la Fundación INDI-GO con el mismo problema: “mi hijo ya no quiere volver a la escuela”, así como los altos índices estadísticos del país de deserción escolar y repetición[5].
Por lo tanto, es importante empezar a proyectar otros rumbos, herramientas, posibilidades para la educación de estos chicos según los casos, la situación geográfica y/o económica de los padres, y más que todo, la necesidad de nuestros hijos.
Sería de complementar la educación con un sistema de foros autoconvocados de dos clases:
– Foros de chicos -pequeños y grandes juntos- donde intercambien ideas, se apoyen y se enseñen mutuamente. En la Fundación INDI-GO hemos organizado varios foros de este tipo, los cuales han sido realmente espectaculares, similares a reuniones de adultos, donde los chicos juntos tratan temas espirituales y esotéricos, a la vez que los más prácticos y los sociales.
– Foros con un invitado especial de alto nivel, por ejemplo, un anciano de mucha sabiduría, un shaman, un “maestro de verdad” (joven o mayor), un monje budista, un narrador de mitos indígenas, un científico, un maestro de Reiki. Estos encuentros son fascinantes. Por ejemplo, cuando los mayores de la Amazonía narraban sus historias de noche, los niños permanecían con sus ojos totalmente abiertos, fascinados, escuchándole contar, hasta que les vencía el sueño, sobre el espíritu de la anaconda, del ceibo sagrado, del colibrí, del águila arpía, de las sagradas lagunas, del respeto a la selva, la Sinchi Sacha, de la vida, de la fuerza, de los poderes…
Otra posibilidad es incorporar mecanismos que apoyen el aprendizaje práctico (tipo método Kilpatrick como hemos mencionado anteriormente), conociendo la “vida real” y apoyando acciones sociales, ambientales, musicales, plásticas, a la vez que desarrolle sistemáticamente las inteligencias múltiples de los chicos.
Otra solución sería implementar un sistema de producción de audio-visual, con intercambio con todos los países hispanohablantes para la difusión de programas didácticos de alta calidad por medio de:
– libros electronicos colocados en la internet
– vídeos
– televisión
– radio
– CDs
– y la Internet.
Un canal propio de educación televisado y radial podría facilitar una difusión rápida de material adecuado y masivo, sin necesidad de un numeroso cuerpo de docentes, de infraestructuras caras y de logística de distribución sofisticada.
En todo caso, no dudar en preguntar a los chicos y no tener conceptos preconcebidos. Si hay escasez de profesores preparados (y la hay) no dudar en contratar a jóvenes Índigo para ayudar a los niños más pequeños[6].
Y finamente, y sobre todo, es importante confiar en el proceso y reconocer que para ayudar a un niño el adulto tiene primero que sintonizarse con su armonía interior e irradiar paz.
Marco conceptual de la propuesta de la co-educación[7]
En conclusión, podemos ver perfilarse los siguientes lineamientos de una co-educación más práctica y humana que describimos brevemente a continuación. Está basada en tres ejes principales.
1. Principios de la co-educación:
– Principio de complementariedad y alternativas prácticas: la co-educación está especialmente diseñada para ayudar, en forma práctica, a los docentes y padres de familia desde la realidad vivida por ellos en sus clases y en casa, y pensada directamente en función de las nuevas características, necesidades, talentos y diversidad de la generación entrante. Debería contemplar la opción de estudiar a semi-distancia si así las familias lo necesitan, y/o en muy pequeños grupos con la ayuda de los padres de familia.
– Principio de la inclusión y de la interculturalidad: la co-educación es para todos, e incluye a todos los niños que sean discapacitados, superdotados, talentosos, lentos, rápidos, y a todos los co-actores de la educación y del convivir cotidiano; es decir, docentes, hermanos, padres, abuelos, los medios de comunicación, con los más altos principios humanos de tolerancia y diálogo.
– Principio de desarrollo de la inteligencia versus memorización: la co-educación implica una serie de herramientas sumamente prácticas las cuales ya dieron resultados en América Latina, como la creática, el superaprendizaje, inteligencias múltiples, etc.
– Principio de valores y ética: enfatiza los valores reales del ser humano como la ética, la cooperación y el desarrollo espiritual.
– Principio de la bio-educación: toma en cuenta la parte lúdica de las actividades y del gozo que debe producir el proceso de aprender; se preocupa de la parte emocional del alumno, su bio-ritmo y su desarrollo integral, tanto en su aspecto físico, mental, socio-cultural, psíquico, emocional y espiritual así como toma en cuenta los métodos ancestrales de educación de los pueblos indígenas, Yachac Huasi.
2. La co-educación es la instrumentalización de los cuatro pilares[8] de la UNESCO
– Aprender a conocer, donde prevalecen las técnicas de desarrollo de la inteligencia y la curiosidad.
– Aprender a hacer, donde prevalecen la “concretización” de las múltiples formas de inteligencias y de aprendizaje, la noción de trabajo en “proyecto”, la noción de “utilidad’ y la aplicabilidad de los conocimientos, la ética y la estética.
– Aprender a vivir juntos, donde prevalecen la cooperación, la noción de servicio, el trabajo en equipo, la co-construcción del mundo de mañana, sobre los principios de paz (ver el ejemplo de la educación de la paz de Unipaz, Brasil).
– Aprender a ser, donde prevalecen las cualidades y el desarrollo del ser.
3. La co-educación y su “caja de herramientas”.
Finalmente, la co-educación provee al docente y a los padres de familia una serie de herramientas prácticas y sistematizadas, basadas en recursos locales y en el sentido común, donde se estimulará entre otras cosas[9]:
– las varias herramientas de las inteligencias múltiples
– la estimulación del hemisferio cerebral derecho
– la optimización de los recursos del medio
– los valores y la ética
– el arte, como proceso y fin
– la actividad física
– la investigación propia (en vivo, internet, etc…)
– la tradición local, el aprendizaje de otros idiomas, incluyendo los idiomas vernáculares las exploraciones de campo, utilizando la infinidad de conocimientos y recursos –ecológicos, culturales y sociales– que presenta la biodiversidad y la pluriculturidad de América Latina en general.
Natalio Domínguez Rivera
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